Proyecto universitario ayuda a sacar de marginación a comunidades huicholas

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Combaten grave desnutrición en niños pequeños

Ni las 17 o 22 horas de traslado a las comunidades wixáricas Haimatfie, del municipio de Huejuquilla el Alto y Hakaretsie, municipio de Mezquitic, Jalisco, han impedido que un equipo de universitarios, encabezado por la titular de la Coordinación de Extensión del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la Universidad de Guadalajara, Blanca Alicia Bojórquez Martínez les lleve ayuda y apoyo solidario.
 
En la frontera con Zacatecas y Durango con muy difícil acceso, Bojórquez Martínez ya lleva 14 años de trabajo en las que han aliviado algunas de las difíciles condiciones de vida de la población, en especial de los niños que padecían una grave desnutrición, sobre todo porque sólo comían caldo de frijoles acompañado de chile de tomate, y en temporada de lluvias unas pocas calabacitas.
 
“Primero hicimos un estudio de factibilidad para traer agua de unos manantiales que estaban lejos de la comunidad. Con apoyo del gobierno del estado de Jalisco y la fundación Selva Negra de Maná, pudimos meter un estanque para bombear agua a la comunidad. Primero les llevamos borregos, pero les robaron los animales. También metimos conejos, pero un virus los mató a todos y entonces decidimos introducir gallinas para que tuvieran huevos y carne”, dijo Bojórquez.
 
Pero explica que la verdadera solución llegó en 2004, cuando mediante un proyecto de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) para combatir el hambre en el mundo, se utilizaron unas cajas especiales puestas en un invernadero que comenzaron a producir hortalizas como zanahoria, brócoli, cebollas, rábano, cilantro, coliflor, jitomate, pepino, betabel, acelgas y espinacas.
 
“También hemos logrado introducir, después de muchos esfuerzos porque la tierra es muy difícil, algunos árboles frutales y ya hay algunos árboles de limón, durazno, pera, guayabas. Invité también a un médico y comenzamos a trabajar con los niños que estaban en casos severos de desnutrición y tenían hongos en la piel que les producía comezón y les irritaba. Nos asociamos con los maestros de la escuela y con mujeres líderes comenzamos a producir más alimentos y a distribuirlos por salones a los niños. En el último diagnóstico ya no hay ningún niño con desnutrición”, agregó.
 
A pesar de lo difícil del terreno, que suele inundarse en tiempos de lluvias e impedirles el paso, así como de grupos de Zetas que merodean por la zona, no dejan de llevarles alimentos, comida, ropa, materiales para sus artesanías, mantas para sus trajes, cobijas, además de teatro guiñol para niños, obras de teatro, juegos, ecología y cultura. “Todo eso hemos hecho, desde que subí por primera vez cuando hice mi tesis de posgrado. Estuve por cuatro meses. Ahora ya soy parte de su comunidad”, dijo.
 
Guadalajara, Jal., 15 de julio de 2011
Texto: Juan Carrillo Armenta
Fotografía: Internet
Edición de noticias: Lupita Cárdenas Cuevas