Llenan de anécdotas el MUSA sobre la vida de José Emilio Pacheco

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Dialogan los escritores Benito Taibo y Xavier Velasco en torno a la figura y obra del ganador del premio Cervantes

Durante el diálogo abierto con el público entre los escritores Benito Taibo y Xavier Velasco, “La ciudad y la memoria”, en torno a la figura y obra de José Emilio Pacheco, el público también se sumó a las decenas de anécdotas del ganador del Cervantes en el Museo de las Artes (MUSA) de la UdeG, en una velada a la que asistió la hija del homenajeado, Laura Emilia Pacheco, luego de que ayer durante todo el día hubiera un maratón de lectura de la novela Las batallas en el desierto.
 
“He sido feliz en mucha ocasiones en mi vida, pero uno de mis días más felices fue cuando un día, durante la Feria Internacional del Libro, sonó el teléfono a las seis de la mañana, no tenía idea de quién me hablaba. Me dijeron que José Emilio Pacheco había ganado el Cervantes. Colgué y empecé a saltar en la cama. Salí a contárselo a alguien, pero a esa hora no encontré a nadie. Me bañé y me vestí. Y luego hicimos unas camisetas que decían al frente: ‘Todos somos Pacheco’s’”, dijo Benito Taibo.
 
“Mi primer encuentro con Pacheco ―señaló Xavier Velasco― fue con el poema Cerdo ante Dios. A mí también me despertaron ese día con la misma noticia. Yo tenía que presentarlo en ‘Mil jóvenes en la FIL’. Cuando llegó le di un abrazo. Yo no sé qué haría si un día me dan un premio así y no me vuelvo un idiota en cinco minutos. Era alegría y resignación, porque eso era cargar una calamidad. Me sentí como el cirineo que tenía que ayudarlo. Pero me di cuenta que este hombre era de una pieza. Le puedes dar el Nobel y se mantiene igual”.
 
Y luego, entre las decenas de anécdotas que contaban, ambos escritores elogiaron a Pacheco, al que calificaron como una persona maravillosa y con una humildad impresionante, además de ser un obsesivo compulsivo como escritor y corrector. “Un día ―añadió Benito Taibo―, a los 14 años me acerqué y le dije: ‘Quiero ser poeta’; y él me contestó: ‘Yo también quiero ser poeta’. No creo en la reencarnación, pero si existiera, me faltarían seis o siete vidas para agradecerle todo lo que me dio”, añadió el escritor, para luego leer uno de sus poemas.
 
Benito Taibo narró cómo un día plagió a Pacheco. “Me acerqué con la novia de uno de los jugadores de basquetbol de la escuela, un hombre alto y güerito. Y al oido le recité el poema Horas altas. Ella, abriendo sus grandes ojos castaños, me preguntó que si el poema era mío. Le contesté: ‘Es mío, por supuesto’. ¿Y qué creen que pasó? Literatura mata carita. Dejó de ser la novia del jugador más alto y rubio. Un día se lo platiqué a Pacheco y se rio mucho, y me dijo: “Por fin mis poemas sirven para algo”.
 
A T E N T A M E N T E
“Piensa y Trabaja”
Año del Centenario de la Escuela Preparatoria de Jalisco
Guadalajara, Jal., 30 de abril 2014
 
Texto: Juan Carrillo Armenta
Fotografía: Abraham Aréchiga