El sistema de desigualdad y exclusión persiste porque así conviene a los gobiernos, a las cúpulas empresariales y hasta a las organizaciones criminales. Y no brota de la noche a la mañana, sino que tiene un componente político y relación directa con desbalances de poder y todo tipo de instituciones, incluso la iglesia católica obedece a esa lógica. Por ello se requieren políticas de reconocimiento de acceso universal a los derechos.
En esto coincidieron los ponentes de la mesa “México: el abismo de la desigualdad”, que organizó el Centro de Estudios Estratégicos para el Desarrollo en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Participaron Gonzalo Hernández Licona, secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval); Gerardo Esquivel, catedrático de El Colegio de México; José Alejandro Solalinde, director del albergue Hermanos en el Camino; Rolando Cordera, profesor emérito de la UNAM; Raúl Vera López, Obispo de la Diócesis de Saltillo y como moderador, el Rector del CUCSH, doctor Héctor Raúl Solís Gadea.
Hernández Licona planteó las siguientes cifras: 10 por ciento de los mexicanos de mayores ingresos concentran alrededor de 60 por ciento del ingreso total y dos terceras partes de la riqueza total del país. Y 1 por ciento concentra 21 por ciento del ingreso nacional. El resto, 19 por ciento del dinero, se distribuye en 89 por ciento de la población.
Por ello, señaló que las políticas públicas de México no deben de enfocarse únicamente a programas de beneficiarios y que las desventajas tienen que ver con la exclusión histórica, la pobreza y el desbalance de poder, pues sólo los hombres no indígenas son protegidos por el sistema, mientras que mujeres, indígenas, adultos mayores y otros grupos vulnerables son cada vez más relegados. “El hilo conductor de la política pública debe de ser el acceso universal a los derechos, que implique mucho más que dar cositas a los beneficiarios”, indicó.
De acuerdo con el académico Rolando Cordera, sólo 20 por ciento de los mexicanos tiene asegurada la satisfacción de todos sus derechos sociales: “Llegó el momento de admitir que por décadas hemos estado subordinados a una política social a criterios de una política económica que no ha dado resultados. Tenemos un país que en los últimos 30 años solamente crece por debajo de la mitad de lo que crecía antes. Por eso, urge terminar con la subordinación de la política social a la política económica”.
El Obispo de Saltillo, Raúl Vera, habló sobre su experiencia en el Tribunal Permanente de los Pueblos, que enjuició al Estado mexicano tras escuchar las voces de miles de víctimas en mesas de trabajo e integrar relatorías. “Los trece jueces internacionales concluyeron que México es el país más destruido de la tierra, porque aquí se están aplicando las políticas neoliberales de la manera más espantosa. Vivimos un proceso de transformación estructural violenta contra los ciudadanos”, señaló.
Y ante las felicitaciones que hizo la Reina de Inglaterra a las reformas de este gobierno, que a juicio del Obispo Vera van enfocadas a saquear los recursos, el prelado bromeó: “Si a Fox le dijeron cachorro del Imperio, a Peña Nieto hay que decirle el pirata de la reina”.
El sacerdote Alejandro Solalinde explicó que los mexicanos nacieron en medio de estructuras excluyentes, y que la iglesia católica también es así, pues hasta el Vaticano es “una estructura capitalista y monárquica” y genera exclusión. Puso de ejemplo que Jalisco, tan católico, es uno de los estados más machistas en el que se margina a la mujer.
“Jesucristo puso como prioridad a los pobres. Pero las dos pirámides, el modelo capitalista y eclesiástico, generan patrones culturales y ambas mantienen vigencias culturales y mentales. No podemos hablar de cambios mientras no cambiemos ambas estructuras, que Dios quede arriba, los pobres arriba y el dinero hasta abajo. Si no, las cosas no van a cambiar”, apuntó.
A T E N T A M E N T E
"Piensa y Trabaja"
Guadalajara, Jal., 30 de noviembre 2015
Texto: Julio Ríos
Fotografía: Abraham Aréchiga