El tequila y su historia presentes en la Feria Internacional de la Lectura Yucatán

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Sus cualidades, procesos y costumbres para su consumo formaron parte de la charla

El tequila es una pálida  flama que atraviesa los muros  y vuela sobre los tejados para aliviar la desesperanza. En principio el  tequila no conoce fronteras,  pero hay climas que son  propicios como hay horas que le pertenecen con  plenitud. En  la más alta tiniebla de las dudas y perplejidades es entonces cuando el tequila nos brinda su lección consoladora, su infaltable voz sin reservas.
 
Con una alusión al texto del poeta Álvaro Mutis, el historiador doctor José María  Muriá Rouret, inició la charla titulada: “La historia del tequila en Jalisco”, celebrada en el marco de la Feria Internacional de la Lectura Yucatán (FILEY) 2014, que formó parte de las actividades con que participa la Universidad de Guadalajara, como invitada de honor.
 
En un recorrido por la historia de esta bebida, recordó los estudios serios que respaldaron sus bondades para animar las funciones industriales y agrícolas para su elaboración. “El boticario Lázaro Pérez, resaltó las bondades del producto, consumiéndose con moderación, tales como despertar el apetito, favorecer las digestiones difíciles, tonificar las funciones gástricas, hacer que cicatricen las heridas poco profundas, calmar la sensación del hambre, avivar la inteligencia, ahuyentar el fastidio y procurar ilusiones agradables”.
 
En la presentación de la charla que estuvo a cargo del Rector General de la Universidad de Guadalajara, maestro Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, Muriá Rouret señaló que como muchas otras palabras relacionadas con la bebida,  que son de origen Náhuatl, tequila también lo es y es el nombre  de una población que fue la cabecera del corregimiento donde se desarrolló la producción de esta bebida desde la época colonial.
 
Actualmente existen casi un medio millar de marcas orgullosas que portan en sus etiquetas, la leyenda 100 por ciento agave y estos campos de agave que dominan una franja central de Jalisco proporcionaron en el año de 1999 unos 199 millones de litros contra  los 91 millones de 1994. “Dos terceras partes salieron al mundo, pero unos 65 millones no los chutamos los mexicanos, copa a copa, como los meros, meros.  Esto equivale a más de 650 millones de caballitos, uno tras otro sumarian cerca de 40 mil kilómetros, empezar por Mérida caballito a caballito, darle la vuelta a la tierra y regresar a Mérida, fantástico”, explicó Muriá Rouret.
 
Recordó que el entusiasmo patriótico hizo que diez años después, el consumo nacional llegara al doble, mientras que la exportación  se incrementó poco menos de 40 por ciento, hasta llegar a producir una cantidad superior a 250 millones en 2011, y en el 2012, se superó esa cantidad en 20 por ciento.
 A T E N T A M E N T E
“Piensa y Trabaja”
“Año del Centenario de la Escuela Preparatoria de Jalisco”
Guadalajara, Jal., 9 de marzo de 2014

 
Texto: Laura Sepúlveda
Fotografía: Alfonso Martínez